...PRENSA


Visita de la Excelentísima señora Presidenta de la República de Chile, Dra. Michelle Bachelet
Discurso de la Dra. Michelle Bachelet
07/08/2008

(Texto sujeto a corrección)

En primer lugar, Señor Presidente, Señor Secretario General, muchas gracias por sus palabras, realmente son, yo creo por un lado, expresión de un cariño hacia un país que ha sido participante activo en distintos esfuerzos, en pro de una mayor integración en la región.

La verdad es que como Presidenta de Chile y como latinoamericana, asisto con satisfacción y con orgullo este encuentro en esta Casa de la Integración, y mi presencia hoy aquí y así como lo recordaba el Secretario General, la de mis tres predecesores democráticamente elegidos desde 1990; refleja el compromiso que Chile tiene con el proceso de integración latinoamericana, que tan fielmente simboliza la ALADI.

Y en estos años, Chile ha desplegado un intensa actividad e materia de integración en América Latina; hemos profundizado nuestra relación con el MERCOSUR y sus Estados miembros en una serie de ámbitos. Aquí, yo quisiera destacar el acuerdo alcanzado recientemente en Tucumán, en el ámbito del MERCOSUR ampliado, donde hace pocas semanas se integró el comercio de servicios a nuestro Acuerdo de Asociación con MERCOSUR.

Hemos regresado también –durante mi gobierno-, en calidad de Asociados, a la Comunidad Andina, de la cual como y dije cuando volvimos, nunca debimos habernos ido. Hemos elevado sucesivamente nuestra relación con México, desde un Acuerdo de Complementación Económica a un tratado del libre comercio; y también finalmente, un acuerdo de asociación estratégica.

En los próximos días, entrará en vigor nuestro Acuerdo de Complementación Económica con Cuba. Acabamos de firmar con el Presidente Tabaré un conjunto de Acuerdos, pero diríamos que el marco principal es el Acuerdo de Asociación Estratégica y también el Protocolo Adicional al ACE 35, que permite la desgravación arancelaria más rápido entre Chile y Uruguay. Y así, hemos estado buscando con todos los países de la América Latina instancias de integración, de acuerdo, que nos permitan ir generando la sinergia y los beneficios para ambos países.

Asimismo, yo señalaba esto de profundizar estos Acuerdos de Complementación Económica, con los cuales suscribimos con gran cantidad de países a inicios a de los ’90, cuando recuperamos la democracia. Y lo hemos hecho en el mismo espíritu que señala el Secretario General; por un lado con flexibilidad y pragmatismo, en el sentido siguiente, que es el tono con el cual, como Presidenta de Chile –y de seguro mis predecesores- siempre hemos entendido que tiene que llevarse adelante la integración. Primero, convencidos de que la integración es esencial, pero además seguros de que entre nuestros países hay diversidad, y por tanto, creer en la integración y en la unidad con el respeto a la diversidad, y por eso los conceptos que aquí se señalaban de flexibilidad y pluralidad, ha sido lo que Chile en su práctica cotidiana ha llevado adelante, sin atenernos a un patrón rígido, buscando atarnos a las particularidades y a las circunstancias y sensibilidades e nuestros socios, de nuestro aliados, de nuestros hermanos.

Hemos buscado también, en nuestros acuerdos y en varios acuerdos así se ha expresado, atenuar las asimetrías que existen en la región. Creo que uno de los grandes desafíos que tenemos en la región, no sólo son estos desafíos globales que sin duda compartimos, los desafíos sociales, sino también cómo resolvemos las asimetrías que existen entre unos y otros países. Y en ellos, en algunos acuerdos, hemos establecido disposiciones específicas, yo diría preferenciales, para aquellos países de menor desarrollo relativo.

El año pasado, Chile le compró a los demás países de ALADI, casi 4.000 millones de dólares más de lo que les vendió. Y la región ALADI, podríamos decir, es asimismo el destino de más de 35.000 millones de dólares en inversiones chilenas, que se caracterizan por tener un alto componente de transferencia tecnológica, de creación de valor agregado y de generación de empleo. Y la verdad es que estas cifras hablan por sí solas de nuestro compromiso con la región.

Hemos sido también muy activos en la promoción de la integración física y energética entre nuestros países, y un ejemplo claro es que hicimos el anuncio y el lanzamiento, -me parece que a fines del año pasado- en La Paz, con el Presidente Lula y el Presidente Evo Morales, en lo que es el corredor biocéanico que va a unir -a partir del próximo año- Brasil, Bolivia y Chile, que va a permitir la salida de productos en condiciones muy competitivas, desde el corazón de la América Latina a los dinámicos mercados de Asia-Pacífico, y que va a unir Atlántico con Pacífico.

Nosotros –yo aquí quiero reiterarlo- hemos sido muy insistentes en nuestra relación con nuestros colegas, que somos varios los países que estamos en el marco de lo que hemos definido “el arco del Pacífico”, pero que esto no tiene el sentido de contraponerse al Atlántico, sino al revés: cómo juntos podemos aprovechar también aquellos espacios que se nos abren, de aquella región que hoy día es la más dinámica económicamente en el mundo, y que todas las estimaciones demuestran que en el corto y mediano plazo va a ser una región altamente dinámica como es el Asia-Pacífico.

Queremos ser en ese sentido, un país hermano, un país socio, desde lo cual también otros países que miran al Atlántico o que son más mediterráneos, puedan tener un acceso adecuado hacia esta región tan importante. Y también, a propósito, con el Uruguay también estamos trabajando el tema de vías bioceánicas, que permitan efectivamente una facilidad de productos entre el Atlántico y el Pacífico.

En síntesis, lo que yo quiero reforzar con estos planteamientos, es que para nosotros en nuestros esfuerzos de política exterior y de política económica, el fortalecimiento de los vínculos con a región ha sido fundamental para insertarnos también de mejor modo en la economía mundial.

Uno podría preguntar ¿por qué Chile ha sido tan activo promotor del comercio? La verdad es que no se trata de -si pudiéramos llamarle- una convicción ideológica. Tenemos claro que el comercio y el crecimiento económico no son fines en sí mismos, sino que son instrumentos para favorecer el progreso social de nuestros pueblos; y la verdad que en el caso chileno, -y permítanme hablar de Chile, dado que es la experiencia que más conozco- estos instrumentos han probado ser muy efectivos. En el caso el Chile, la ampliación del comercio ha sido un motor fundamental para el crecimiento económico, y el crecimiento económico nos ha permitido generar más empleo, y además poder desarrollar más y mejor política social.

Por estas dos vías complementarias, hemos logrado en tanto reducir significativamente nuestros índices de pobreza, y mejorar nuestros indicadores sociales.

Hoy, nuestra región enfrenta –todos lo conocemos- un contexto económico internacional muy difícil; para algunos países más difícil que otros. El caso de Chile, como muchos otros probablemente de los que están, que somos 70% importadores de combustible y energía, los altos precios del petróleo han tenido un impacto muy importante en nuestra economía, y por cierto, los altos precios de los alimentos también ha impactado de manera negativa en la calidad de vida de nuestras poblaciones, porque si bien somos países que tenemos tremendas oportunidades como productores de alimentos, los altos precios internacionales han impactado en nuestras economías y han producido creciente de inflación en ambos, tanto el precio de los combustibles, de la electricidad y de los alimentos; y como siempre, la inflación toca el bolsillo de los más pobres y de los más vulnerables de nuestros países.

Asimismo, cuando miramos el proceso de integración regional; o sea, tenemos una situación económica financiera compleja, tenemos desafíos muy importantes, y uno de los temas que hemos discutido en la última reunión del MERCOSUR, y posteriormente también en una reunión de UNASUR que hemos hecho ese mismo día, es una próxima reunión para justamente, los Jefes de Estado sentarnos a mirar qué más podemos hacer para enfrentar este complejo panorama económico y financiero. Porque lo único que no queremos es que esta región, que ya lleva varios años en el cual ha tenido crecimiento sostenido y ha podido ir mejorando los indicadores de calidad de vida, vayamos a tener una situación en la cual podamos tener recesión, altos índices de inflacionarios, altos índices de desempleo, y por ende, en vez de avanzar retrocedamos en la capacidad de resolver los problemas de nuestros pueblos.

Un segundo elemento, es que cuando uno mira el proceso de integración regional, también constatamos una situación compleja. Cuando yo hablaba de unidad en la diversidad, efectivamente al interior de nuestros países, han surgido miradas diversas. Incluso a veces, prácticamente opuestas, sobre el objetivo último de ese proceso, así como sobre su agenda y sobre sus ritmos. Y yo creo que esta realidad no es ajena ni a la ALADI, ni a los demás esquemas de integración subregional existentes en América Latina. Y la verdad que me parece que además eso es propio de los procesos de integración, porque los procesos de integración entre países que tienen dinámicas distintas, asimetrías muy importantes, obviamente que las perspectivas a veces pueden diferir.

Hemos visto, por ejemplo, que el proyecto de alcanzar un Espacio de Libre Comercio al interior de la ALADI, que fue aprobado por todos los Estados miembros hace sólo 4 años, ha pedido ímpetu; y paralelamente han surgido voces llamando -y me parece muy adecuado, muy correcto- a incorporar la temática social en la agenda de la ALADI.

Yo quisiera manifestar, con respecto a esto, que a nuestro juicio en Chile, no existe una disyuntiva entre avanzar en una agenda económico-comercial, y avanzar en la agenda social. De hecho, cuando la concertación recuperó la democracia, nuestra apuesta fue justamente, a que podíamos crecer y a la vez avanzar en equidad. Y por tanto entendíamos, que teníamos que tener el mejor crecimiento económico y desarrollo económico, pero que a la vez eso no era suficiente; porque queríamos que la prosperidad llegara a todos, y por tanto, había que hacer una apuesta muy grande a que el crecimiento fuera de la mano de equidad y de justicia social.

Y la verdad es que yo no quiero aquí aburrirlos con cifras, hemos logrado bajar sustantivamente los indicadores más duros y negativos de nuestro país, como la pobreza, la extrema pobreza, la indigencia; tenemos muy buenos indicadores de salud, muy bajos indicadores de mortalidad infantil, de mortalidad materna; de indicadores de niveles de vida. Entonces, la verdad es que esta ha sido una apuesta voluntaria, exigente; es que queremos crecer en la economía, pero crecer, y que ese crecimiento se transforme en beneficios sociales para cada una de sus hijos.

Y nosotros hemos dicho, y en este Gobierno usamos con mucha frecuencia una frase que es “queremos producir más inclusión”; queremos luchar contra la discriminación, contra la segregación de amplias masas de nuestra ciudadanía, pero queremos incluir para crecer, y queremos crecer para incluir. Y creemos que ambos elementos pueden ir de la mano, deben ir de la mano y que pueden un vínculo absolutamente virtuoso; y que ambos son componentes indispensables de un desarrollo justo y armónico; y que ambos tienen su lugar en los esfuerzos de integración, que como región estamos llevando adelante.

Como ustedes saben, Chile ha asumido recientemente la Presidencia pro tempore de la Unión de Naciones Sudamericanas –UNASUR-, y francamente, quiero decir que la temática social es una parte muy fundamental de la agenda de UNASUR, como se refleja en el grupo de trabajo de políticas sociales, justamente Chile coordina. Y vamos a poner todos nuestros esfuerzos al servicio de darle una fuerte impronta social a UNASUR, en consonancia con lo que yo he definido como sello de mi Gobierno, que es un sello de protección social desde la infancia hasta la vejez; un sello de cohesión social. Convencidos de que los que nuestros pueblos esperan es tener todas las condiciones para que, como digo, la prosperidad pueda llegar a cada uno de sus hijos e hijas.

Y por su parte, el desafío de la ALADI en este mundo globalizado, es avanzar en la construcción de una nueva estructura de integración regional del siglo XXI, y eso no es una tarea fácil. Y es preciso, que como Gobiernos definamos con mayor precisión cómo queremos relacionarnos entre nosotros en este ámbito, y que adoptemos las decisiones políticas con consistencia, para darle a nuestra Asociación el perfil, la misión y los instrumentos adecuados.

Y yo estoy segura, que la respuesta a todas las dificultades y desafíos que tenemos, es más integración, más integración y más integración. Y creo que también hay una cierta paradoja entre esta integración, pero cuando miramos lo que es el comercio intrarregional, es una de las regiones del mundo que tiene un menor porcentaje de comercio intrarregional; entonces, hay temas ahí que tenemos que abordar.

Esto es un llamado que yo siempre hago en todas partes, yo siento que nuestros pueblos esperan que las decisiones, que las Instituciones que están velando y llevando adelante programas de distinto tipo, como en este caso, la integración; realmente podamos pasar de buenos discursos a logros concretos. Y es mi llamado en todas las instancias: que seamos capaces a veces de fijar metas, que puede que no sean las máximas, las perfectas, pero que nos permitan que nuestros pueblos entiendan y comprendan, la necesidad de contar con instituciones multilaterales que efectivamente vayan en beneficio de ellos, de todos nosotros.

Yo soy una ferviente partidaria –lo he sido siempre- del Derecho Internacional y de la multilateralidad para enfrentar los problemas, como los que nos vemos enfrentados en un mundo global como el de ahora. Y por eso es que creo que, sí necesitamos contar con instituciones multilaterales que puedan dar respuestas efectivas a los distintos desafíos que tenemos; y eso cuando hablo de la reforma de Naciones Unidas, la reforma a las instituciones financieras multilaterales, que claramente han mostrado ciertos déficit, yo diría, a la hora de enfrentar las crisis internacionales actuales. Tenemos instituciones que vienen de la post segunda guerra mundial, y necesitamos ponerlas acorde con las necesidades actuales y con los países tal cual están hoy día. Y también en la ALADI necesitamos que se aborden nuevos temas de agenda del comercio internacional que aquí podamos discutir, llegar a acuerdos, en temas como compras de gobierno, servicios, inversiones, entre otros.

Yo por eso, quisiera hacer un llamado vigoroso a retomar aquellos trabajos que a lo mejor han quedado de lado, respetando y dando cuenta de las distintas miradas que hoy coexisten sobre la integración en nuestra región.

Y lo mencionaba el Secretario General y el Presidente, de la reunión de Viceministros, que está programada para comienzos de agosto; me parece que es una instancia muy apropiada para hacerse cargo de los nuevos desafíos, y revigorizar a la ALADI con un instrumento eficaz y poderoso para dar pasos muy sustantivos en la integración latinoamericana.

En dos años más, en el 2010, no sólo se cumplen los bicentenarios de varias de nuestras Repúblicas –Argentina, Chile, México-, pero también se cumplen 50 años de la ALALC, precursora de la ALADI, y 30 años del Tratado de Montevideo de 1980. Entonces cuando yo señalo los desafíos, es porque si hay algo que a mí no me caracteriza en la vida es ser autocomplaciente; porque como digo, cuando uno hace bien las cosas, su deber nomás cumple, y entonces ahí uno mira ahora qué tenemos que hacer. Y uno siempre descubre que hay tanto más por hacer, tanto más por avanzar. Y por eso es que señalaba estas fechas, para decir que tenemos mucho de que enorgullecernos, pero también nos queda un largo camino por recorrer.

Y por eso, yo quisiera terminar mis palabras, agradeciendo esta cariñosa acogida; invitarlos a que redoblemos nuestro esfuerzo para que el año 2010, podamos con orgullo decir que el sueño de la integración latinoamericana se encuentra cada vez más cerca de materializarse. Y en esa tarea, todos tenemos nuestro deber que cumplir, y todos tenemos nuestra, -yo diría- profunda convicción, de que es esencial para construir una Latinoamérica que efectivamente dé respuesta, en democracia, con respecto a los Derechos Humanos, poniendo a las personas en el centro de las políticas públicas, lograr a través de la integración, hacer que nuestras Naciones y nuestros ciudadanos sean más felices. Y en ese sentido, estoy convencida que la ALADI tiene un rol muy sustantivo que jugar.

Así que muchas gracias, y seguiremos como Chile, participando activamente en esta instancia. Muchas gracias.